DESENREDO
Organizaciones de mujeres y feministas realizaron en este mes acciones políticas en las que exigen vivir en espacios libres de violencia. Éstas se llevaron a cabo no sólo en la capital guatemalteca, sino en varios departamentos del país.
En Quetzaltenango y Huehuetenango hicieron una variedad de festivales y encuentros para debatir sobre la libertad de expresión, el acoso sexual, el aborto y los feminismos; para compartir exposiciones artísticas y culturales emancipatorias, así como para presentar cortometrajes y obras de teatro en las que participan mujeres empoderadas.
Todas estas actividades y marchas que se efectúan hoy se diseñaron en el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, 25 de noviembre. Así se dio a conocer la constitución de la Fiscalía contra el Femicidio/feminicidio en Guatemala.
Insistir en la exigencia de vivir sin violencias tiene una vigencia mayúscula si se piensa en las agresiones cotidianas que cometen hombres violentos, los asesinatos de mujeres que ocurren con extrema crueldad, los reportes de jóvenes desaparecidas y la –casi desconocida- problemática de la trata de personas (incluye pornografía infantil y de adolescentes, explotación laboral y servidumbre, reclutamiento de menores de 18 años para grupos delictivos, matrimonio y prostitución forzadas…).
El rechazo a las diferentes formas de violencia contra las mujeres, algunas tipificadas como delitos y otras no (imágenes y mensajes sexistas, micro-machismos), suma nuevas voces y sobresalen las jóvenes, quienes con claridad condenan esas formas de relación abusivas y están dispuestas a hacer algo para poner un alto a las agresiones machistas. Ejemplo de lo anterior son los debates que se están dando sobre la interrupción del embarazo en casos de violación sexual, la realización de varias campañas contra el acoso sexual (buses, universidad, cualquier espacio público), el mayor interés por conocer propuestas feministas.
Ahora con más frecuencia se descarta en Guatemala el concepto de violencia doméstica, porque se va identificando que las agresiones que ocurren como una afirmación de la superioridad del sexo masculino sobre el femenino, forman parte de la violencia patriarcal. También se reconoce que las mujeres pueden reproducir comportamientos machistas, de ahí la relevancia del análisis para definir qué hacer para evitar reproducir esos patrones aprendidos.
Un mayor número de casos de violencia se denuncia. Si bien se valora la importancia de seguir los procesos judiciales que castiguen a los agresores y definan la reparación digna para quien fue agredida, también se empieza a reconocer la importancia de superar la condición de víctima y sobreviviente, hasta asumir el papel de actora emancipada, como sujeto político de transformación.
Hace algunos años era desconocido el 25 de noviembre como una fecha a conmemorar en este país centroamericano, en un primer momento predominaron los discursos de denuncia, ahora representa una esperanza conocer que se está construyendo una línea discursiva para explicar qué significa vivir con dignidad y en armonía, la importancia de erradicar cualquier actitud racista y patriarcal, los caminos hacia la construcción de nuevas mentalidades a favor de la igualdad.
La asignatura pendiente sigue siendo el cambio de actitudes de quienes en su actuar predomina la explotación, la dominación y la violencia.
Fuente: Cimac noticias